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15 Buenas prácticas ambientales en el trabajo para el verano

14/08/2015
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Es verano y estamos en época de vacaciones para algunos trabajadores, aunque para otros es hora de volver al trabajo o ni si quiera marcharse.

Prácticas ambientales antiguamente

Además, las altas temperaturas y olas de calor que se producen en el verano, disminuyen nuestro rendimiento y estado de ánimo, lo que conlleva que bajemos la guardia respecto al medio ambiente y derrochemos recursos naturales como energía o agua.

Las buenas prácticas ambientales nos ayudan a mantener nuestro trabajo en buena armonía ambiental y crear una gran conciencia de responsabilidad en la empresa con pequeños y sencillos gestos que resultarán de una gran utilidad.

En general el consumo de energía es la parte más controlable de un gasto en la oficina, sin embargo, hay más medidas a tener en cuenta para sobrellevar el calor y crear sensaciones de frescor cuidando nuestro medio ambiente.

15 buenas prácticas ambientales que podrás desarrollar en la oficina pueden ser:

  • Instalar los aparatos de aire acondicionado en zonas sombreadas de la oficina.
  • Dejar cerradas puertas y ventanas cuando el aire acondicionado esté en funcionamiento para evitar pérdidas innecesarias de energía. En algunas salas, dejar ventanas y puertas entornadas o abiertas generan corrientes de aire naturales que pueden refrescar sin necesidad del aire acondicionado.
  • Si es necesario el uso del aire acondicionado, ajustar la temperatura entre 23 y 25ºC y cerrar las ventanas. cada grado más bajo supone un incremento del 8% del consumo eléctrico.
  • Configurar los ordenadores en “ahorro de energía” ya que reducen el consumo hasta en un 50%, y además evitamos que se calienten y generen más calor. Y si no están en uso, apagarlos siempre.
  • Vestir ropa fresca y transpirable para evitar un gasto excesivo del aire acondicionado y reducir olores que en verano puedan agravarse.
  • Dejar las cortinas entreabiertas e instalar toldos y persianas que permitan dejar que entre luz natural indirecta para evitar la directa que generará mucho más calor.
  • No meter productos muy calientes en el frigorífico, ya que obligará al motor a trabajar exceso y producirá un incremento de la temperatura. También, limpiar regularmente las neveras  evita capas de hielo que disminuyen la eficacia y aumentan el consumo.
  • Evitar dejar residuos orgánicos en la basura mucho tiempo, ya que junto con el calor generan olores desagradables producidos por la descomposición.
  • Hacer descansos cortos para beber agua y despejarnos de manera que cambie nuestra sensación térmica.
  • Utilizar embotellado de vidrio preferentemente antes que de plástico, ya que éstas a altas temperaturas liberan Bisfenol A, una sustancia cancerígena presente en los plásticos. Si usamos plástico, evitar reutilizarlas demasiadas veces y desecharlas en el contenedor correspondiente.
  • Utilizar medios de transporte menos contaminantes. En verano puede ser la oportunidad de probar a ir al trabajo en bicicleta, aprovechando las horas tempranas o compartir coche.
  • Créate tu propio microclima en tu lugar de trabajo. Poner plantas puede generarte sensación de frescor además de que algunas de ellas renuevan el aire.
  • Sustituir progresivamente las antiguas bombillas incandescentes y tubos fluorescentes, que usan tecnología ineficiente que desprende más calor que luz, para así no disminuir el rendimiento del aire acondicionado.
  • En verano la oficina está más desocupada por lo que podemos aprovechar para hacer cambios más eficientes y menos contaminantes, como por ejemplo: Ventanas de doble acristalamiento, interruptores de luz y agua inteligentes, temporizadores.
  • Si es posible, modificar o cambiar el sitio de trabajo por otro más fresco.

Por último no olvidar las claves generales de las buenas prácticas ambientales:

Reducir cuanto menos los recursos que generan residuos, reutilizar materiales antes de gastar otros innecesariamente y reciclar los residuos para generar un nuevo producto

Disminuir la producción de sustancias contaminantes: emisiones de gases a la atmósfera, contaminación del suelo o de las aguas subterráneas, etc.

Optimizar el consumo de recursos naturales: agua, energía, materias primas como la madera o los metales, etc.

Minimizar y gestionar adecuadamente los residuos que se producen durante la actividad.

Sensibilizar y educar ambientalmente a los trabajadores.

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