Que un socialista convencido pueda convertirse en unos de los empresarios más destacados del mundo en cuestión de unos pocos años es algo que puede resultar extraño y morboso a la vez. Este fue el caso de King Camp Gillette, un estadounidense de origen inglés que consiguió levantar una gran empresa de la nada creando la primera cuchilla de afeitar desechable en 1901.
La Deriva Humana
Siete años antes de que inventase la cuchilla desechable que lo haría millonario, publicó un libro basado en el socialismo más utópico llamado “The Human Drift” (“La Deriva Humana” en castellano) y en el que defendía la idea de que todas las empresas de éxito debían ser controladas por un organismo público que buscase el bien común del pueblo. Además, defendía la idea de que todos los estadounidenses vivieran reunidos solamente en una gran ciudad que fuese abastecida por energía limpia proveniente de las cataratas del Niágara.
En menos de una década, la fortuna personal de King Camp Gillette creció hasta límites insospechados gracias a la comercialización de la primera maquinilla de afeitar desechable de la historia que el mismo creo y patentó.
Empresa Mundial
Siendo ya multimillonario publicó un segundo libro, “World Corporation” o “Empresa Mundial” en castellano, en el que desarrollaba la idea que propuso en su anterior obre sobre la creación de una megaempresa pública que gestionase la actividad económica de un país entero.
Gillette ha conseguido ser toda una leyenda en el campo de la publicidad y el marketing por haber conseguido crear un producto muy demandado con el cubrir una necesidad hasta entonces insatisfecha. Una vez tuvo el diseño, su estrategia de marketing y comunicación no pudo ser más agresiva, basándose en que el uso de las maquinillas de afeitar tradicionales y no desechables transmitía enfermedades contagiosas y dañaba la piel.
¿Fue consecuente el Sr. Gillette con sus principios haciéndose rico con un producto desechable y agresivo para el medio ambiente? ¿Es posible ser socialista y atesorar una gran fortuna? Si tuviésemos una máquina del tiempo sería una buena idea ir a preguntarle al mismísimo Gillette en persona. ¿Qué creéis que nos diría?