Las prácticas universitarias representan un tiempo importante en la formación de los estudios superiores para un futuro profesional. Durante los años de trabajo y estudio continuo en el grado universitario, nos espera un tiempo en el que debemos poner en práctica todo lo aprendido. Además de esto, aparece en nuestras vidas una posibilidad de empleo, una especificación de nuestro campo y una socialización laboral que nos terminará de formar para la vida laboral. En los últimos años universitarios, tenemos muchos conocimientos adquiridos pero poca adaptación de estos conocimientos a la práctica. Necesitamos poner en marcha, de forma activa y visible, toda la capacitación que nuestros estudios nos han proporcionado.
Desde esta perspectiva, el desarrollo de nuestras prácticas supone un tiempo en el que podemos y debemos dar a conocer nuestra formación, personalidad y entusiasmo. Por parte de la empresa, debe favorecer el desarrollo de las expectativas y proposiciones de mejora del alumnado; a su vez, los individuos en prácticas, deben pretender favorecer el desarrollo de la institución y aportar todo lo posible para dar a conocer la valía de su función en dicha institución y la relevancia que presentan sus competencias, actitudes y aptitudes en el óptimo funcionamiento del objetivo empresarial. Una vez aclarada la verdadera función del desarrollo del prácticum, necesitamos dilucidar las controversias que aparecen en su práctica.
Por un lado, encontramos la difícil tesitura de la falta de interés por parte del alumnado. En este caso, el alumnado se presenta de forma pasiva, desmotivadora, con una actitud de obligatoriedad ante el desarrollo temporal de su tiempo de prácticas. Estos sujetos, desean que acabe el plazo de prácticas antes de que empiece, de modo que trabajan de forma efímera y desordenada, basándose en cumplir órdenes; solo buscan la buena nota de su tutor de prácticas y tienen poco interés en mejorar su desarrollo en la empresa y dar a conocer toda su valía y propuestas. Por ejemplo, conocemos los jóvenes, descendientes de empresarios que de poco le sirven las prácticas, ya que están deseando tener su título para colocarse en la empresa de sus progenitores; o también tenemos al alumnado que no aprovecha todo el aprendizaje que le puede aportar la empresa, ya sea para aprendizaje profesional o bien para demostrar sus innovaciones.
Por otro lado, podemos observar en algunos casos que el empresario, o tutor de las prácticas en la institución no pone nada de su parte para facilitar el desarrollo educativo-profesional del alumnado. A veces, a la entrada del alumnado en el lugar de prácticas el tutor tiene preparado un trabajo para el que esta descontextualizado de sus funciones universitarias, además no se respeta ninguna nueva idea por parte del alumnado y se entiende a los jóvenes en prácticas como mano de obra gratuita. Por ejemplo, todos hemos escuchado casos de prácticas universitarias en las que se han limpiado oficinas, se han hecho fotocopias o se ha amenazado continuamente con la evaluación.
Teniendo en cuenta ambas controversias presentadas a partir de la finalidad primordial del prácticum, vemos el tiempo de prácticas universitarias como un tiempo muy importante para el futuro profesional del alumnado universitario, que puede ser muy aprovechado también por la institución o empresa de prácticas, y a su vez puede ser muy desaprovechado e incómodo para ambas partes.
El futuro profesional de una empresa depende de la continua renovación e innovación de funciones, productos de mercado y ofertas al cliente; esto solo se consigue con la retroalimentación y apertura hacia nuevos sujetos, dejando integrar las nuevas tendencias de la formación y demandas sociales. A su vez, el futuro laboral del alumnado universitariodepende de la entrada, demostración e integración del propio trabajo en los mercados actuales, en las empresas e instituciones que den la posibilidad de seguir el desarrollo laboral de los nuevos profesionales.