Deporte con ojos de mujer

14/03/2014
Diego Salas Castro
Licenciado en Psicopedagogía y Diplomado en Magisterio por la Universidad de Granada. Experto en reeducación psicopedagógica, TDAH y trastornos de conducta en la infancia y la adolescencia. Experto en actividad física y el deporte en alumnado con necesidades educativas especiales. Especialista en métodos de investigación aplicados y análisis de datos. Máster en Diseños de Investigación y Aplicaciones en Psicología y Salud. Profesor de INESEM Business School.
Más sobre Diego Ver su perfilSi realizamos un breve recorrido por la historia del deporte, la mujer, podría decirse que es una recién llegada. Pero, no siempre el incorporarse tarde implica quedarse rezagado y mucho menos cuando el principio que rige esta forma de vida se basa en la superación personal, el sacrificio y el esfuerzo.
El acceso de la mujer al mundo del deporte ha sido restringido no sólo por las altas instituciones responsables de la organización y realización de las competiciones deportivas, sino también por una sociedad en la que el hombre ha girado como centro de poder y por un modelo machista establecido y aceptado por todos.
El papel de la mujer hasta hace relativamente poco tiempo en la realización a “su rol”, incluía casi de forma exclusiva el desempeño de tareas sociofamiliares adscritas a su género, entendiéndose todo aquello que se saliese de dicho patrón de comportamiento como la asimilación de conductas y competencias propias de los hombres.
Desde la antigua Grecia, la práctica de deporte y sus participantes eran motivo de orgullo, implicaban fuerza, poder y valía, ligados a estereotipos sociales asociados a la valoración del cuerpo tales como la fuerza, resistencia y cuerpo musculoso para los hombres, frente a la elegancia, debilidad y el atractivo de la mujer.
En esta época, hacia el 776 A.C, la mujer era no sólo vetada en la práctica, sino también en la asistencia como público, quedando reservada sólo a aquellas mujeres solteras, siendo la muerte, el castigo para aquella mujer casada que observase a los atletas.
Una fecha de importancia dentro del tema a tratar nos lleva hasta 1900, donde participaron por primera ve en unos juegos olímpicos modernos 19 mujeres en tenis y golf entre los 1206 participantes y donde Charlotte Cooper fue la primera laureada olímpica.
Por suerte, esos tiempos han quedado muy atrás y en la actualidad, la participación de la mujer en las competiciones oficiales es equiparable a la de los hombres, si bien es cierto que en la práctica cotidiana aún existen diferencias significativas.
Hoy día, sería impensable una clase de educación física en cualquier centro educativo, donde las chicas realizasen tareas destinadas al aprendizaje de acciones domésticas en el aula mientras los chicos practican deporte en el gimnasio, pero es cierto que parece estar ocurriendo un retroceso en la mentalidad de los más jóvenes, quienes, no sólo están sustituyendo esta práctica tan recomendable para todos los estadios del desarrollo por otras más sedentarias, sino que parecen brotar nuevamente signos de esa mentalidad machista, tan perjudicial para la sociedad, que pretende continuar realizando distinciones entre sexos.
Este post, es un pequeño reconocimiento para todas aquellas mujeres cuyos esfuerzos y sacrificios han contribuido a superar infinidad de barreras, algunas de las cuales parecen continuar separando a hombres y mujeres en algunos aspectos de la vida cotidiana y que estoy seguro, entre todos podremos de una vez por todas eliminar del pensamiento colectivo la idea de que la existencia de unos determinados roles en función del sexo, debe quedar relegado al estudio en los libros de texto como acontecimientos del pasado.